Justificación
La Organización Mundial de la Salud calcula que una tercera parte de la población presenta alteraciones en su sueño , debido a múltiples causas, que van desde malos hábitos y cambios ambientales hasta graves alteraciones físicas, orgánicas y/o psíquicas que pueden llegar a poner en riesgo la propia vida y la de los demás. Alrededor de un diez por ciento de la población sufre de somnolencia o trastornos del comportamiento diurno, ocasionado por alteraciones del sueño, lo que causa un gran impacto en el funcionamiento social, laboral y estudiantil.
Población con alteraciones en su sueño
Población que sufre de somnolencia
Los trastornos del sueño se condicionan con frecuencia en el Síndrome de Apnea e Hipopnea de Sueño (SAHS), lo que consiste en la aparición de episodios recurrentes de limitación al paso del aire durante el sueño, como consecuencia de una alteración anatómica y/o funcional de las vías aéreas. Es una condición que compromete de manera importante la calidad de vida de quienes la padecen, pues puede generar alteraciones como somnolencia diurna, cansancio e insomnio, que a menudo se relacionan con alteración del estado de ánimo, cambios en el comportamiento y disminución en la capacidad de atender y concentrarse. Dichas alteraciones por lo general traen consigo problemas en el desarrollo biopsicosocial, como en las relaciones sociales, rendimiento académico, desempeño laboral y riesgo aumentado de accidentes. Además, puede causar o agravar patologías de tipo respiratorio, cardiovascular, psiquiátrico, endocrinológico, inmunológico y/o neurológico, entre otras, que incluso podrían llevar a la muerte.
El SAHS constituye una de las afecciones respiratorias crónicas de mayor relevancia mundial, dada por su alta prevalencia en la población general y sus múltiples consecuencias clínicas.
La fisiopatología del SAHS es compleja y todavía no se conoce bien. Es en las vías aéreas superiores (VAS), concretamente en la orofaringe, donde se produce el colapso que lleva a la apnea. La estabilidad en su calibre depende de la acción de los músculos dilatadores orofaríngeos y abductores, que normalmente son activados de forma rítmica durante cada inspiración. Los factores que favorecen el colapso incluyen el estrechamiento previo de las citadas vías (factor anatómico), una pérdida excesiva del tono muscular (factor muscular) y el defecto en los reflejos protectores (factor neurológico).
Factor anatómico
La hipertrofia amigdalar, el depósito graso en pilares, la macroglosia, la micrognatia con base de la lengua muy posterior, la retracción de la mandíbula inferior y el cuello corto reducen el calibre de las VAS lo que comporta un aumento de su resistencia. La presión negativa faríngea necesaria para la inspiración es mayor, factor que predispone al colapso.Factor muscular
La actividad dilatadora muscular de la VAS está disminuida y, sin embargo, la actividad diafragmática se mantiene estable con la consiguiente descoordinación entre ambas. Este factor se agrava con fármacos relajantes musculares (benzodiazepinas) o con la ingesta de alcohol.Factor neurológico
Es importante resaltar que, a pesar de que los rasgos de un individuo predispongan al SAHS, la VAS sigue abierta en la vigilia y se cierra sólo durante el sueño. Es decir, el SAHS es una alteración respiratoria que ocurre durante el sueño, lo que sugiere un componente fisiopatológico no preciado que ocurre en este estado.La hipoxemia crónica intermitente, la producción de factores inflamatorios y radicales libres de oxígeno también conlleva a la remodelación endotelial, remodelación vascular, aumento en la resistencia vascular periférica, aterogénesis, hipertensión arterial, falla cardiaca y arritmias así como alteración estructural cardiovascular debido a un incremento de la presión intratorácica con aumento subsecuente de la postcarga en ambos ventrículos configurando remodelación de alteraciones cavidades y a nivel vascular, desarrollo de hipertensión arterial y otras a nivel sistémico. Además, existen evidencias suficientes de alteraciones a nivel metabólico como obesidad o pobre ganancia pondoestatural, resistencia a la insulina, alteraciones inmunológicas y deterioro de la función pulmonar. Todo lo anterior puede conllevar no solo a mayor morbimortalidad del paciente, sino a un mayor costo sanitario por una patología que podría ser de detección e intervención precoz.